LA ISLA, nuestra particular manera de entender la vida propia y la de los demás. Una pareja que se habla sin escucharse y una distancia que se agranda sin pretenderlo. Cada vez que me muevo me alejo más y cada vez que me acerco te mueves más. Todos tenemos en el pecho un charco de agua salada rodeado de carne. Todos sacamos la cabeza para gritar cuando el agua nos llega al cuello. “¿Por qué siempre ves lo que yo no veo?”, cuestiona en escena uno de los personajes.
Tal vez porque el teatro es ese lugar maravilloso que nos permite ver todo aquello que no nos perdonamos y que está enmascarado en culpas, juicios o acaso sueños. ¿Qué sucede cuando el dolor nos sobrepasa y queremos huir de él? ¿Nos convertimos en depredadores, conectamos con el lado más salvaje de nuestra naturaleza, con ese animal cargado de instintos primarios que somos? ¿Deseamos sobrevivir a cualquier precio?
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