Solo Queda Caer es una oda al disparate. Recupera la esencia de las antiguas “cantigas de escarnio”-un género medieval totalmente olvidado hoy en día- o del astracán -tan popular en la primera parte del siglo XX-. Y aprovecha esa irreverente diversión para hacer un retrato de la realidad política y social de nuestra época, una época sepultada bajo exabruptos burocráticos y, por ello, más propicia al sainete, que al drama o la tragedia.
Una caricatura del poder y de las ambiciones políticas, del aparato burocrático, del folklore, de la cultura en general y de la situación del arte y de los artistas, por medio de un humor que va de la mordacidad al surrealismo más ácido.
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